Derecha en Argentina, el retorno del fascismo
Por Jerónimo Guerrero Iraola
Denunciamos para que, si el fascismo irrumpe, sepamos muy bien cómo se gestó. Las violencias, que luego se entreveran en las dinámicas estatales, no brotan de la oreja de una cabra. Van preanunciando sus lógicas, sus métodos y sus fines. El Nunca Más es un imperativo.
El 21 de mayo de 2022, el pañuelo de Madres de Plaza de Mayo que colocamos en la puerta de nuestro local, apareció tapado con una calcomanía cuya consigna es “Argentina en guerra”. Si bien no lleva firma, es decir, no hay persona o grupo que se haga cargo, no es difícil atribuir este tipo de acciones a ámbitos como los que se nuclean, en nuestra ciudad, alrededor de espacios como el Centro Cultural Kyle Rittenhouse, desde donde afirman que La Plata “está enferma de socialismo y colectivismo” y que “la misma gente que no apoya esas ideas vive con un temor constante a parárseles de manos y plantarles cara” .
Así se gesta el fascismo. Las apelaciones al “marxismo cultural”, o al“curro de los derechos humanos”, incluso a la idea de “casta”, van generando el caldo de cultivo para la emergencia de múltiples manifestaciones de violencia. Además, permiten ver cómo, paulatinamente, desbordan las esferas digitales (en las que son igualmente graves), para incidir en otros planos.
Javier Milei, Fernando Iglesias, entre otros/as, van corriendo los límites, habilitados/as por medios sociales y tribunas televisivas en las que nadie, absolutamente nadie, les pone un freno. Pasamos, sin darnos cuenta, de un ring de boxeo, que de por sí presentaba complicaciones para el desempeño democrático, a una jaula de “vale todo”. La violencia política, que es mucho más que la violencia que ejercen las y los dirigentes políticos, se está haciendo carne en la sociedad.
Notemos que, la calcomanía que dio lugar a esta reflexión habla de guerra. Quien está dispuesto a ir a la guerra, a declarar una guerra, lo está también a exterminar física o simbólicamente a quien entiende su enemigo (no ya adversario). Estos desplazamientos semánticos tienen efectos concretos. En Argentina, la falaz teoría de los dos demonios, impulsada por los genocidas, fue la plataforma desde donde, a partir de la construcción de una idea de <<guerra>>, intentaron justificar las desapariciones forzadas, la tortura, el exterminio, la supresión de identidad de niñes, entre otras aberraciones.
Por ello, este tipo de acciones llevan a redoblar nuestro compromiso con la Memoria, la Verdad y la Justicia y, sobre todo, con las cuentas pendientes de nuestra democracia. En 2023 se cumplirán 40 años del final de la Dictadura cívico/militar. En ese contexto, todavía resta avanzar en el juzgamiento de determinados crímenes de Estado. Los cometidos durante la guerra de Malvinas por ejemplo (la semana pasada uno de los torturadores acusados fue condecorado); y los promovidos por la pata civil del Estado terrorista.
Debemos comprender aquello que afirmó Rodolfo Walsh en 1977, a un año del infausto gobierno, “Estos hechos[habla de la tortura, la desaparición y la muerte], que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Todavía queda mucho por hacer y avanzar. Los pesares de hoy encuentran su génesis en aquella criminalidad del pasado reciente.
Es así como, desde Sumak Kawsay, renovamos a diario el compromiso con Madres y Abuelas, encarnación de todo lo que queremos ser como Nación. Con sus luchas, que son nuestras, y sus modos, que hemos hecho propios. Las y los fascistas que intenten amedrentarnos o silenciarnos, sólo obtendrán un refrendo de nuestro compromiso con el Nunca Más, y con el Nunca Menos. Fueron las derechas, puntualmente, las que generaron las condiciones de indignidad de nuestro pueblo, y quienes promovieron el exterminio de una generación política cuya ausencia se siente y percibe en nuestro obrar cotidiano.
En concreto, fascistas siglo XXI, den la cara, debatan, háganse cargo, no se escondan detrás de stickers. A los dirigentes/as que los alientan, media pila, que sus diatribas violentas están generando se hacen cuerpo. A los medios de comunicación, responsabilidad democrática. A casi cuatro décadas del final del genocidio, la defensa de las banderas de los derechos humanos, la dignidad y la Justica Social es un imperativo. Una responsabilidad colectiva. Al retorno del fascismo, más amor y, sobre todo, más compromiso. De todes.