Experiencias políticas territoriales a contramarcha del contexto actual

Por Micaela Rodriguez

El pasado 23 de agosto mientras nos enterábamos por los medios de comunicación que Javier Milei se imponía en las urnas, llegamos a la casa del partido justicialista de Moreno. Mariel Fernandez, actual intendenta del distrito se impuso con el 70% de los votos en la interna de uxp, y con el 53% frente al resto de las listas opositoras. Las caras de felicidad de los compañeros, compañeras, vecinos y vecinas parecía ir a contramarcha de una tristeza generalizada vinculada a estar claramente frente a una nueva etapa en términos de lo nacional. Pero no, esa felicidad era producto de una realidad concreta, de la capacidad de un proyecto local de volver a conquistar el voto de los y las morenenses. Y para usar una frase ya conocida ese resultado: no fue magia.

Esta dicotomía entre los resultados nacionales, y el del proyecto local encabezado por Fernández me dejó pensando, o mejor dicho, llegando a varias conclusiones: no es cierto que el poder de los medios de comunicación sea más poderoso que el de una buena gestión, que la materialidad concreta de políticas públicas territoriales no sea percibida por sus “beneficiarios”, y por último, la voluntad política sigue siendo la única salida concreta y correcta frente a los avances de la derecha más recalcitrante que hayamos visto desde la dictadura hasta acá en nuestro país.

Mariel gobernó hasta el momento durante cuatro años, que también a contramarcha de lo que viene ocurriendo a nivel nacional, donde la reelección de los candidatos parece ser una lógica que va quedando atrás frente a la idea de un voto bronca que no vota oficialismos, le alcanzaron para conquistar una victoria en las paso de las más abultadas de la provincia. Victoria que ya la dejó prácticamente en las puertas de la reelección.

Los cuatro años de gobierno de Mariel y su gabinete tiene una fuerte carga ideológica trasladada a la gestión, afianzada sobre la idea del fortalecimiento del trabajo, la producción, las redes del feminismo comunitario, los derechos humanos, el acceso a la justicia, y una baja rotunda de la criminalidad en un distrito que durante años fue uno de los que más alto índice de inseguridad marco.

Cuando Mariel llego a la gestión en el año 2019, la tasa de homicidios era de 12 cada 100 mil habitantes, siendo que la media en Argentina era de 4 a 5 cada 100 mil habitantes, triplicaba la media nacional, el primer año de gestión esa tasa en el distrito se bajó a 8 cada 100 mil habitantes, y en record de bajas en el año en transcurso se bajó a 5 cada 100 mil habitantes. De esto último, se desprende que no hay incompatibilidad entre la defensa de los derechos humanos, los derechos de las mujeres, de los sectores postergados con la decisión de ocuparse de la inseguridad, fenómeno que afecta principalmente a los antes mencionados.

No es un dato menor que Fernandez provenga además de los estigmatizados movimientos sociales. Militante desde muy joven, Mariel forjó su carrera política primero en la militancia social, pero el estigma del cual suelen ser víctimas los dirigentes sociales tampoco pudo ser más fuerte que los enormes cambios que se produjeron en el distrito desde su llegada al palacio municipal. La política pública mata estigma, demuestra que la actividad de los movimientos como experiencia de lucha barrial puede convertirse en un gobierno que sabe gestionar, y que el conocimiento de los padecimientos de los sectores más postergados es la herramienta primordial para mejorar sus vidas.

En Moreno, como en muchos otros distritos del conurbano el índice de corte de boleta fue alto y los números para Javier Milei no fueron malos, la pregunta entonces es:¿Qué expectativas tiene un sujeto que vota un proyecto local con estas características, centrado en una mirada vinculada al Estado como regente de los derechos, pero corta boleta y vota a un candidato que quiere recortar el Estado para darle lugar al mercado a prácticamente dirigir las vidas de los ciudadanos?

El estado no es una entidad abstracta, eso ya lo sabemos, sino que se traduce en las vidas cotidianas a través de las instituciones. Pero hay instituciones que son per se más familiares al conjunto de la población, y otras que si bien también condicionan la vida humana parecen estar alejadas de las realidades diarias. La salita del barrio, por ejemplo, es una institución cercana que si funciona nos facilita la vida, y si no lo hace nos la complica, sobre todo a quienes no tienen la posibilidad de pagar una consulta, o viajar hasta el hospital, muchos menos gozar del derecho a una obra social. En cambio, muchas veces la funcionalidad de un Ministerio o de los sectores más altos de la justicia parecen ser entidades casi abstractas para los ciudadanos de a pie.

De esto último se desprende entonces la hipótesis de que el ciudadano que vota al oficialismo local está reconociendo la funcionalidad de ese Estado cercano, y presente, aunque a nivel nacional opte por una opción distinta. Es decir, estamos frente a la idea de que lo que está en juego es la cercanía o lejanía de cualquier vecino de a pie con el Estado.

La potencialidad de los gobiernos locales para torcer el rumbo frente a un futuro próximo que se percibe, con justas razones, como alarmante es claro. Pero también tiene un límite, ya que a diferencia de lo que se suele creer desde algunos círculos «bien pensantes» los votantes no son alienados a los que los medios de comunicación le dicen lo que tiene que hacer, sino que son ciudadanos conscientes de sus derechos, capaces de discernir qué gestión los está dignificando y cual no. Esto no implica claro, que la salida venga de la mano de quienes proponen el sálvese quien pueda, o la falsa idea de meritocracia frente a las falencias que el Estado puede tener, y que claramente hay que resolver.

El gobierno de Mariel Fernandez es quizás uno de las experiencias provinciales y nacionales que más supo construir respuestas frente a las demandas que hoy muchas veces no parecen ser escuchadas. El gobierno de una mujer, militante, feminista proveniente de los sectores más postegardos de su Moreno natal. La respuesta quizás sea una vez más que las soluciones hay que buscarlas con un oído puesto en el pueblo, y otro en la gestión, o mejor dicho construyendo gestiones que trabajen por una comunidad organizada, poniendo las demandas de los y las ciudadanas en primer lugar.