Leo Vaca: “Gracias a las Madres y Abuelas se ha movido todo un aparato de lucha infinito que está presente en todos nosotros y en nuestra historia”

2023: un año en el que seguimos celebrando los 40 años de la recuperación de la democracia. Como pueblo decidimos festejar ese momento histórico de diferentes formas, con homenajes, charlas, mesa debates, obras de teatro, conciertos, manifestaciones artísticas y también con libros.

Pero hay uno especial, un libro con fotos de ellas: Fotos de las Madres y de las Abuelas. Nos hemos acostumbrado a poner las mayúsculas para diferenciarlas del resto de las madres y las abuelas del país y del mundo y sin embargo sabemos, íntimamente, que no necesitan esa mayúscula para ser enormes, para simbolizar tanto amor, tanta lucha y coraje, tanta dignidad.

La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación le dio esta responsabilidad al fotógrafo Leo Vaca. No fue casualidad, este platense trabajó en la mayoría de los diarios y revistas más importantes del país y se destacó siempre por tener un especial imán para retratar imágenes relacionadas con los derechos humanos, con la justicia y con el género. Cuando el movimiento feminista ganó las calles en nuestro país y se desarrollaba la tercera marcha de Ni Una Menos, hizo una cobertura para revista Anfibia que le valió el premio Gabriel García Márquez en la categoría Imagen. Y cuando la sentencia de Miguel Etchecolatz había entrado en la etapa final y él provocaba a los familiares de los desaparecidos y a la propia Estela Carlotto, fue Leo, cubriendo la instancia para la Agencia Infojus, que capturó el momento en el que el genocida sacó un papelito y escribió el nombre de Jorge Julio López.

Esos son algunos de los motivos por los cuales las imágenes del libro “Madres y Abuelas” son de su autoría.

“Para mí fue un halago y un honor la invitación a hacer este trabajo” nos cuenta y aclara que nació como un ensayo visual para el 24 de marzo de 2021, en pandemia con la idea de acompañar la “no marcha” en la cual se decidió plantar árboles.

Luego de realizado ese trabajo y ver los resultados se amplió la idea a hacer un libro que abrigara, dentro de sí, imágenes de Madres y Abuelas de todo el país.

“Ese fue un trabajo muy hermoso que duró dos años de campo, fotografiarlas en Buenos Aires, en La Plata, en Monte, en Mar del Plata, viaje por el norte también…” recuerda Leo Vaca

Entrar al hogar, entrar a una parte de nuestra historia colectiva

Las imágenes más conocidas de ellas se encuentran en el espacio público, con la plaza, que ya casi les pertenece en sus rondas de los jueves, frente a organismos públicos y a la justicia peticionando; oyendo en los tribunales las torturas y los posibles destinos de sus seres queridos pero sus hogares, esos rincones donde se reservaban para llorar, para mostrar sus flaquezas o sus miedos, para expresar su indignación o para rezar y prender velas esperando los milagros habían permanecido lejos de la mirada de la sociedad.

Entrar a esos lugares sagrados podía sentirse como un sacrilegio. Por eso los encuentros fueron preparados con muchísimo cuidado y contención por los equipos de profesionales de la Secretaría de Derechos Humanos.

“Ellas me recibieron con muchísimo cariño y amor. Yo pedí estar solo con cada una de ellas para que el momento fotográfico sea de ida y vuelta, que no haya terceros ni nadie que pudiera, de alguna manera, interferir en ese vínculo tan íntimo. Podía estar con ellas en una charla que dure una, dos, tres horas, el café que me compartían y ahí aparecían los gestos o las emociones” relata el fotógrafo.

Y en esas casas diferentes cada una de la otra, en esos espacios privados y entrañables las acompañaban recuerdos, objetos, talismanes, brújulas para encontrar el camino para seguir la lucha todos los días.

“Cuando hablábamos de la memoria y de los recuerdos, de los objetos materiales que atesoraban aparecían sorpresas increíbles y también hermosas: alguna prenda, un atado de cigarrillos, un reloj (…) Una madre, en Neuquén conserva el cuarto intacto, el placard con toda la ropa… Había, sí, en todas ellas un amor increíble y muchas ganas de contarme su historia y que ésta quedara registrada en un documento fotográfico”.- asegura Leo.

Banderas, pancartas y cacerolas

El libro, que inicia, con unas palabras de Horacio Prietragalla Corti, titular de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y continúa con un prólogo emocionante de Cora Gamarnik, puede descargarse gratuitamente en https://www.argentina.gob.ar/derechoshumanos/madres-y-abuelas-el-legado-de-una-lucha-eterna

Aproximadamente 500 ejemplares fueron llevados a papel y regalados como algo invaluable. Todos los que participaron del proceso coincidieron en buscar ese otro rol de estas mujeres, que tenemos en nuestra memoria con sus pañuelos en la cabeza, alertas, activas, militando con el brazo en alto y peleando contra el horror desde el primer minuto de la desaparición de sus seres queridos. En “Madres y Abuelas” está fotografiada la pancarta apoyada en la pared, la bandera, pero también se ven sus cocinas, sus cacerolas, el sillón en donde descansaban: se ve también la simpleza de una casa.

“Siento que fue, y seguramente va a ser el trabajo más importante de mi vida y a su vez es un documento muy valioso porque ellas, aunque no queramos se están yendo físicamente. En este año, en este proceso seis de ellas murieron.

De casi todas tengo el recuerdo final diciéndome ‘vení cuando quieras, tenés que volver`y siempre tengo ganas de hacerlo.

Gracias a ellas se ha movido todo un aparato de lucha infinito que está presente en todos nosotros y en nuestra historia. Lo que a mí más me queda es el amor que me brindaron, porque el amor es lo que tanta fuerza les ha dado y siento que mi desafío fue mostrar ese color de vida, detrás de estas Madres y Abuelas” confiesa Leo Vaca.

Un homenaje para ellas, un regalo para nosotrxs y nuestra memoria, un recorrido por una historia de mujeres que serán siempre una luz para enfrentarnos a todos los enemigos que se nos presenten que quieran dañar nuestra democracia y nuestros derechos.